La sociedad contemporánea más actual, aunque seamos remisos a reconocerlo, está dominada por la imagen, por la buena imagen, por el dogma de la estética. Esta tendencia se ha convertido no ya en una moda, sino en una religión con mucha prioridad sobre otras filosofías de vida. Si quieres encaminar tus pasos a triunfar y sentirte “cool”, debes esforzarte en tener un cuerpo joven, sano, bello y fuerte. Y este discurso, sirve tanto para mujeres como para hombres, aunque la realidad es que hasta la fecha se lo han atribuido en mayor porcentaje las mujeres (obligadas a secundarlo realizando grandes sacrificios con el propósito de permanecer o parecer durante mucho más tiempo jóvenes), pero le siguen a la zaga, muy deprisa, los hombres.
Esta posmodernidad tiene grandes aliados, como la sociedad de consumo y los medios de comunicación. Gracias al uso y disfrute de gimnasios, farmacias, centros de belleza y quirúrgicos, podríamos- o deberíamos- conseguir parecernos a esas figuras “top-model” de belleza publicitaria con las que nos bombardean los medios.
Pero la relación entre deporte y belleza no es nueva ni casual, y quizá sea porque realmente se produce una simbiosis positiva con efectos totalmente beneficiosos tanto para la salud física como la mental. Ya los antiguos griegos, que veneraban la importancia de la estética y del culto al cuerpo de modo muy presente, utilizaron el lema Mens Sana in corpore sano para establecer las primeras teorías útiles sobre la relación entre belleza, salud y deporte.
Vamos a dejar de lado la filosofía y el pensamiento libre que nos aboca a estar estéticamente preparados, y adentrémonos sucintamente en los efectos reales intrínsecos, y científicamente demostrados, que nos ofrece el deporte de cara a la mejora de nuestra imagen.
Cuando pensamos en la práctica deportiva como mejora de nuestra figura e imagen exterior, tenemos que plantearnos cuáles son los factores determinantes a través de los que tenemos que llegar a nuestro objetivo. El patrón ideal sería el de un cuerpo firme, estilizado, algo musculado, con una piel tersa y sin arrugas, buen color y una buena sonrisa que nos delate nuestra excelente aptitud y actitud ante la vida. Qué puede hacer el deporte y el ejercicio físico para ayudarnos a poner en valor esos factores, es la cuestión.
En líneas generales, está demostrado que la práctica del ejercicio físico hace que te veas más guapo y eso redunde en que te encuentres mejor y te pongas contento, en lo que también interviene la liberación de endorfinas. Estás más a gusto con tu cuerpo. Entre los efectos probados del ejercicio está la mejora del funcionamiento del sistema nervioso y, en concreto, del nivel de estrés, de la calidad del sueño y de la actividad sexual. Y un menor estrés y mejor descanso significa siempre un mejor aspecto físico, menos ojeras y una piel más relajada. Por el contrario, el estrés se relaciona con un mayor riesgo de sobrepeso, acné y caída del cabello, entre otras cuestiones.
Analizando un poco más detenidamente cada factor, intentaremos dar, someramente, una base empírica a los mismos, gracias al seguimiento de las investigaciones que se llevan realizando sobre estos temas.
La investigación científica ha demostrado que con la práctica deportiva los músculos, cuando se contraen, liberan unas sustancias llamadas mioquinas, las cuales tienen efectos antiinflamatorios y antioxidantes, reducen la masa grasa visceral (la más peligrosa), mejoran la vascularización, el metabolismo, el funcionamiento del sistema nervioso y la calidad del sueño (está científicamente demostrado que aquellas personas que duermen bien contribuyen a mejorar su belleza). Y que las personas con actividad física regular mantienen una mayor longitud de los telómeros (extremos de los cromosomas) que protegen los genes, y están involucrados en enfermedades tan importantes como el cáncer.
Uno de los factores más importantes para alcanzar esa estética deseada, es el que nos impone el tener un cuerpo estilizado. Un estilo de vida activo, en lo que al deporte se refiere, es el perfecto tratamiento anti obesidad, y el necesario para mantener la forma indefinidamente. Deberemos intercalar ejercicios aeróbicos con otros de fuerza o anaeróbicos en función de nuestro peso y estado de forma. Siempre se había pensado que lo mejor para reducir tejido adiposo era el entrenamiento aeróbico (correr, montar en bici, nadar, bailar…), pero luego se ha demostrado que el entrenamiento de fuerza tiene más efecto porque sigues quemando grasas después del ejercicio, durante los periodos de recuperación. El ejercicio facilita que llegue más circulación sanguínea a los tejidos adiposos, lo que hace que se movilicen las grasas y estas puedan ser utilizadas para el proceso metabólico de los músculos. Pero hay que advertir que, cuando lo que se busca es adelgazar y reducir grasa, el ejercicio ha de ir acompañado siempre de una dieta. Todo esto es esencial para mantener un peso y volumen constante, y así también reducir el riesgo de arrugas y de flacidez en la piel que van asociados a los cambios súbitos de peso.
Como tratamiento dermatológico, al mantener un buen tono de los músculos que hay debajo de la piel, esta envejece mejor y no se estropea. Por otra parte, si aumenta la masa muscular, la piel se muestra más lisa y tersa, menos flácida, y como el ejercicio estimula la circulación sanguínea, se crea una mayor oxigenación que favorece la llegada de nutrientes a las células y la eliminación de toxinas, de forma que mejora la tonalidad y el color de la piel. El ejercicio ayuda a preservar el colágeno, el componente más abundante de la piel, que evita la flacidez y otros síntomas de envejecimiento. Pero no todo son buenas noticias, los dermatólogos advierten que la práctica habitual de deportes al aire libre también conlleva una mayor exposición a los efectos del clima sobre la piel y eso puede implicar un mayor envejecimiento cutáneo, por lo que, la mejor manera de paliar ese riesgo es utilizar protectores solares para la piel y que no irriten los ojos, cubrirse con una gorra y vestirse con tejidos técnicos con un buen filtro solar.
Otros estudios científicos determinan que el sudor contiene un antibiótico natural que ayuda a reducir el acné (a lo que ayuda también la disminución de la secreción de la insulina), al mismo tiempo que hidrata y limpia la piel, eliminando las células muertas y bacterias depositadas en los poros.
También reporta beneficios como tratamiento capilar, como ocurre con la piel, una mejor circulación sanguínea por la práctica de ejercicio se relaciona con una mejor tonalidad, suavidad y brillo del cabello. Y la mejora de los niveles de estrés también contribuye a un mejor aspecto capilar. Aunque hay que advertir que el pelo de quienes practican habitualmente deporte también está más castigado porque está más en contacto con el viento, el polvo, el sol y el agua, y porque, además, los deportistas suelen lavarlo más a menudo y ese mayor roce y lavados se acumulan y el pelo se desgasta antes.
Otro de los beneficios estéticos atribuidos a la práctica regular de ejercicio tiene que ver con su capacidad para mejorar el ritmo intestinal y evitar el estreñimiento. Explican algunos expertos que la actividad física aumenta las contracciones de la pared intestinal y disminuye el tiempo que tardan los desechos en pasar por el intestino, de modo que se acumulan menos toxinas en el organismo y con ello disminuye el riesgo de algunas erupciones cutáneas (granos, acné…) y también de hinchazón abdominal.
Otro posible factor antiestético que puede ser tratado es el de las varices, ya que la mejora de la circulación sanguínea que implica el ejercicio conlleva un menor riesgo de varices. Explican los expertos que por una parte aumenta la cantidad de sangre que expulsa el corazón en cada latido y, por otra, se incrementa la elasticidad de los vasos sanguíneos y se facilita el retorno de la sangre desde las piernas.
En resumen, salud, belleza y deporte van siempre de la mano, aunque no debemos olvidar que todos los extremos son malos. La falta de ejercicio físico se delata enseguida, se produce una falta de flujo linfático y la aparición de ojeras alrededor de los ojos.
El ejercicio físico mejora nuestro estado de salud, lo que nos lleva a encontrarnos mejor, nos hace sentirnos bien y contentos, lo que produce ese esplendor estético que a todos-sinceramente- nos gusta, y que produce un cierto atractivo en los demás. Es un bucle o círculo vicioso en el que todos queremos entrar y mantenernos.
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